jueves, 30 de diciembre de 2010

Iniesta marcó en silencio

Son infinitos los momentos que nos rondan la cabeza cuando echamos la vista atrás, cuando hacemos balance de los últimos 365 días. No es fácil destacar un instante entre las muchas horas de deporte que hemos disfrutado durante este año. El deporte español ha estado plagado de éxitos: un tsunami español pasó subido en moto, un chico con un brazo de hierro al que sólo le falta ganar sobre agua, un campeón vestido de amarillo hasta que no se demuestre lo contrario, un extraterrestre al que le gustan más los anillos que a Bilbo Bolsón, un corazón único cuyo portador puede nadar, pedalear y correr como un auténtico superhombre, una mujer que se convirtió en pez en Dubai o una heroína que consiguió una proeza que no sólo significa subir 14 montañas, sino que recoge todos los valores del deporte. Esfuerzo, valentía, pasión, coraje, modestia, disciplina, compañerismo, superación, sacrificio, solidaridad y talento, puro talento.

Es imposible nombrar todos los triunfos españoles, pero como lo nuestro es el fútbol voy a rescatar de la memoria los tres momentos que de una forma u otra han marcado el mundo del balón para siempre.

El silencio antes del gol de Iniesta. El momento cumbre sucedió una noche de verano. Faltaban tres minutos para las once de la noche cuando un balón besó la red, pero no fue un beso cualquiera, fue el beso de medio mundo, la recompensa de una guerra en la que no siempre ganan los malos, el tesoro que estaba enterrado en Sudáfrica y que encontramos con la ayuda de unos suizos que nos pusieron la cruz en el mapa. Un chaval pasó a la historia en medio de un silencio, que como confesó, sintió antes de chutar a puerta. Un silencio y una fe que permitieron cumplir un sueño. “Dicen que es imposible escuchar el silencio, pero yo en ese momento lo escuché”, asegura el héroe de Johannesburgo. Y así fue, durante unas décimas de segundo el mundo se paró, pero nadie se bajó.

La despedida de Raúl. Otro momento inolvidable de este año fue la despedida de Raúl González Blanco del club de su vida. Los instantes en que con lágrimas en los ojos va firmando cada una de las camisetas que llevan su nombre fue pura emoción, puro sentimiento. El ‘7’ blanco emprendió una nueva aventura en el Schalke 04 para demostrar que todavía tenía fútbol en sus botas. Las últimas lluvias de goles que llegan desde Alemania refrendan la calidad del eterno jugador del Real Madrid. Todos creíamos que se iba para empezar de cero, pero nada de eso, Raúl ha sido madridista durante 16 años y todo lo que ha aprendido, tanto dentro como fuera del campo, lo está poniendo sobre el tapete de los mineros de Alemania. Porque las leyendas no necesitan reinventarse, simplemente pasan a la historia.

La mano de Luis Suárez y las lágrimas de Gyan. El tercer momento nos sitúa de nuevo en el Mundial de Sudáfrica. Donde encontramos los dos minutos más emocionantes, impactantes e inolvidables de este año que se nos escapa entre los dedos. Donde el todo y la nada comparten mesa, donde la alegría gana la partida a la tristeza, donde la pérdida se torna en esperanza, donde las lágrimas y las sonrisas se dan la mano y se toman un café diciendo: estamos vivos y seguimos adelante.

Hoy, a punto de finalizar 2010, puedo decir que he visto cosas que nunca creería: un balón brillar en la oscuridad más absoluta en medio de un silencio ensordecedor. Hoy sé que éste y otros muchos momentos nunca se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Porque es hora de vivir, nos queda mucho por hacer y por ver. ¡Feliz año! El primero después de 2010.
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