
La primera parte transcurrió bajo un diluvio universal y nos dejó varias cosas, entre ellas el partido sentenciado, porque aunque los primeros 45 minutos acabaron sin goles, el Barça ya había secuestrado el balón y amarrado tres puntos. Pero antes de eso había habido una clara ocasión de Keita, un tiro al poste de Villa y una entrada innecesaria de Amorebieta que se llevó por delante a Iniesta en el círculo central y acabó en el vestuario antes del descanso. Con el paso de los minutos los de Guardiola fueron asentándose en el campo y evitando la presión rojiblanca. Con la expulsión las tímidas arremetidas locales desaparecieron y sólo el trabajo y el esfuerzo de los leones iba a permitir mantener la incertidumbre en el marcador.

La expulsión de Villa y un gol de Gabilondo espolearon a una grada que soñó con el milagro en el descuento. Pero la valentía de diez jugadores exhaustos en territorio azulgrana acabó con un contragolpe en el que Busquets batió a Irazoz para poner el definitivo 1-3 en el marcador. Con esta victoria el Barça se sitúa en segunda posición tras el Valencia, que ganó 0-2 al Sporting, y aleja al Real Madrid a un punto, que dos horas antes se había dejado dos frente al Levante (0-0).
Los resultados son lo más importante y más cuando te juegas tres puntos en un estadio tan difícil como San Mamés, y si además desarrollas un gran juego la victoria está casi asegurada. Sin embargo, nunca me dejará de sorprender el coraje y el esfuerzo que ponen sobre el campo los jugadores del Athletic de Bilbao, si todos los equipos jugaran así hasta el último minuto, pierdan 0-2 ó 0-3, el fútbol sería mucho más divertido y habría muchas más sorpresas.
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