miércoles, 9 de diciembre de 2009

Misión cumplida

El Real Madrid salió del Vélodrome de Marsella con sus deberes hechos. Estaba en la agenda que los blancos debían ganar para quedar primeros de grupo y evitar a posibles ‘cocos’ en los octavos, como Chelsea, Manchester o Arsenal. El equipo merengue sigue sin controlar los partidos, sin ser un claro dominador, pero continúa teniendo una buena nota en eficacia. Un ejemplo de ella es Cristiano Ronaldo, que potencia esta cualidad cada vez que se calza la elástica merengue.

El portugués fue el protagonista en el partido de los reencuentros. Volvía a ver a Diawara, aquel francés que le condenó a una lesión que tuvo en vilo al madridismo. También Benzema volvía a casa, pero con el chándal puesto, porque Pellegrini ya confirma que Higuaín-CR9 es su pareja atacante. Heinze volvía a jugar contra su ex equipo, al igual que Cissé, que se reencontraba con el conjunto al que bailó con la elástica del Mónaco aquella noche del fatídico 4-1 a la primera galaxia de Florentino.

Uno de estos reencuentros tuvo como fruto el gol merengue en el minuto 4. Cristiano volvió a tirar una falta en Champions, y la coló por la escuadra izquierda de Mandanda, que no pudo hacer nada frente al latigazo desde 37 metros del portugués, que ya se corona como Pichichi de la competición.

El Real Madrid aprovechó la ventaja para agazaparse tras su estrella, y el Marsella embistió con tanta fuerza que consiguió el empate ante la pasividad merengue. En una jugada embarullada que comienza en la banda con un centro de Taiwo, Lucho aprovecha un mal despeje de Albiol, y fusila a Casillas para demostrar que no todo estaba hecho.

CRISTIANO Y SUS SECUNDARIOS
A partir de entonces comenzó de nuevo el show de Cristiano, cuyo juego es un reflejo de su personalidad. Descaro, exceso de lujo, cierta genialidad y una pizca de chulería, un cóctel que vuelve a ser el arma principal del Real Madrid para bien y para mal. Una jugada suya propició una triple ocasión que los blancos desperdiciaron con fallos de Higuaín, Pepe, Ramos, y el propio Cristiano con despeje de Diawara incluido.

Mientras, el Olympique sacó los colores a los madridistas una y otra vez cogiendo la espalda de los laterales merengues, algo desordenados en la línea defensiva adelantada que dispuso Pellegrini, demostrando de paso que el carril trasero es una de las carencias fundamentales de este Real Madrid. Los blancos cerraron la primera mitad como la iniciaron: falta de Cristiano, y esta vez sí, Mandanda consigue atajar el disparo del portugués.

Uno de los momentos cumbre de la segunda mitad fue la ensordecedora pitada a Karim Benzema, que volvió a su país como actor secundario en la superproducción de Florentino. El francés recibió los abucheos de la grada del Vélodrome por su pasado en el otro Olympique, el de Lyon.

La segunda parte fue para ellos, los actores secundarios que tuvieron su espacio antes de la sentencia definitiva del partido. Van der Vaart estuvo bien en su posición, y fue un correcto suplente de Kakà. Tiró faltas, y fue el director de las acciones a balón parado. En uno de sus córners, Albiol pudo redimirse de un marcaje lamentable en el primer gol del Olympique. El defensa aprovechó un rechace en el área francesa para colar el segundo. No se lo creía, pero se acababa de estrenar como goleador blanco y daba la victoria a su equipo. Marcelo estuvo perdido en defensa, pero muy activo en ataque. Tuvo tres ocasiones para anotar, e incluso llegó a reclamar penalti en una jugada en la que falló estrepitosamente cuando se encontraba solo en el área marsellesa.

DEL PENALTI A LA SENTENCIA
En los locales, Heinze y Niang reclamaron protagonismo de una forma bien distinta. El primero se ganó la amarilla por una trifulca con el árbitro, y el senegalés provocó un penalti de Casillas que desperdició Lucho. La pena máxima fue el punto álgido donde se decidió el partido. Casillas midió mal su salida y derribó a Niang; pero cuando todo conducía al empate, Lucho González mandó el balón al travesaño. A partir de entonces, el Madrid suspiró, y el Marsella, se desinfló.

Los blancos aprovecharon el desconcierto marsellés para dar un último zarpazo, llevarse el partido y terminar el trabajo. La faena se terminó de la mejor forma posible. Fue una jugada que empezó Benzema, que recuperó la pelota en su propio campo y arrancó el contragolpe. Abrió a la diestra para Diarra, que metió en profundidad para Cristiano Ronaldo.

El portugués culminó un partido donde fue eficaz por encima de todo en una jugada que resumió su partido. Se desmarcó para recibir el pase de Diarra, y se enfrentó con Mandanda y Diawara, que intentaron derribarle. Consiguieron su objetivo, pero perdieron de vista el esférico. Fue entonces cuando Cristiano se levantó del suelo y marcó a placer. CR9 sonrió después de ganarle el duelo a sus dos rivales, ejemplificando aquello de “quien ríe el último ríe mejor.”

El Real Madrid completó así un partido en el que no dominó, pero supo aguantar el ambiente del Vélodrome y ser eficaz ante las embestidas del Olympique. Todo por obra y gracia de un hombre que acapara para sí todo lo que sucede. Esta vez salió bien, primero cumplió en su duelo con Diawara, y luego ayudó a los blancos, que cierran la fase de grupos con los deberes hechos: serán primeros de grupo y evitarán a los mejores en el bombo de los octavos de final.

6 comentarios:

  1. Maravilloso y emocionante partido. Fantástica crónica, Mario.

    ResponderEliminar
  2. Me alegro por Van Der Vaart que está cumpliendo con nota cada vez que sale al terreno de juego .

    Un saludo

    ResponderEliminar
  3. El Madrid cumplió con nota en un campo difícil. Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Buena crónica. Ahora en los octavos llega la hora de la verdad.

    Saludos.

    ResponderEliminar