La de ayer era una de esas noches que prometía emoción, competitividad y sobre todo máxima igualdad. Sin embargo, vivimos una noche de esas en las que sucede todo aquello que no esperábamos. Una vez más, la magia de la Champions nos volvió a sorprender. ¡Qué grande, pero qué grande es esta competición!
La eliminatoria Chelsea-Liverpool presentaba un partido de ida en Anfield en el que sobre el papel tendríamos dos equipos de los más competitivos del continente, que protagonizarían seguro un resultado muy corto.
Pensando en la eliminatoria me venían a la cabeza algunos partidos entre estos dos conjuntos que se decidieron por un solo gol. Por ejemplo, una victoria del Chelsea con un gol de Mateja Kezman o el triunfo del Liverpool en el que la hinchada red fue protagonista en un gol dudoso de Luis García, que según dijo el entonces técnico del Chelsea, "había anotado la afición del Liverpool", y del que el entrenador portugués se quejó durante semanas.
Ayer fue una noche distinta a aquellas. El inicio del partido prometía lo de siempre, lo que todos esperábamos: dos equipos muy sólidos frente a frente reeditando la obsesión por el jaque mate al rival. En el comienzo, el Liverpool tuvo más la pelota, y los reds dieron varios avisos al Chelsea mediante disparos de larga distancia efectuados por un inspiradísimo Xabi Alonso.
En una de las llegadas del Liverpool, una jugada muy bien trenzada fue aprovechada por Fernando Torres para hacer el primer tanto del encuentro. 'The Kid' hacía el primer gol para los de Benítez y demostraba otra vez que la meta del Chelsea no tiene secretos para él.
A partir de entonces comenzamos a pensar en que seríamos testigos de los famosos chorreos de los reds esta temporada, pero con Hiddink de por medio, no podía darse nada por hecho. El técnico holandés ha devuelto al Chelsea el estilo de juego práctico que le ha caracterizado durante los últimos años.
Los viejos conocidos hicieron el resto, gente como Essien o Drogba hicieron de las suyas y a través de rápidas contras el Chelsea consiguió no sólo empatar el partido, sino también remontarlo, e incluso permitirse el lujo de obtener la renta necesaria para afrontar la vuelta de los cuartos en Stamford Bridge con mayor tranquilidad.
Al Liverpool por su parte, sólo le queda apelar al espíritu del chorreo para disputar la vuelta, es lo único que le vale para pasar a semifinales.
La eliminatoria Chelsea-Liverpool presentaba un partido de ida en Anfield en el que sobre el papel tendríamos dos equipos de los más competitivos del continente, que protagonizarían seguro un resultado muy corto.
Pensando en la eliminatoria me venían a la cabeza algunos partidos entre estos dos conjuntos que se decidieron por un solo gol. Por ejemplo, una victoria del Chelsea con un gol de Mateja Kezman o el triunfo del Liverpool en el que la hinchada red fue protagonista en un gol dudoso de Luis García, que según dijo el entonces técnico del Chelsea, "había anotado la afición del Liverpool", y del que el entrenador portugués se quejó durante semanas.
Ayer fue una noche distinta a aquellas. El inicio del partido prometía lo de siempre, lo que todos esperábamos: dos equipos muy sólidos frente a frente reeditando la obsesión por el jaque mate al rival. En el comienzo, el Liverpool tuvo más la pelota, y los reds dieron varios avisos al Chelsea mediante disparos de larga distancia efectuados por un inspiradísimo Xabi Alonso.
En una de las llegadas del Liverpool, una jugada muy bien trenzada fue aprovechada por Fernando Torres para hacer el primer tanto del encuentro. 'The Kid' hacía el primer gol para los de Benítez y demostraba otra vez que la meta del Chelsea no tiene secretos para él.
A partir de entonces comenzamos a pensar en que seríamos testigos de los famosos chorreos de los reds esta temporada, pero con Hiddink de por medio, no podía darse nada por hecho. El técnico holandés ha devuelto al Chelsea el estilo de juego práctico que le ha caracterizado durante los últimos años.
Los viejos conocidos hicieron el resto, gente como Essien o Drogba hicieron de las suyas y a través de rápidas contras el Chelsea consiguió no sólo empatar el partido, sino también remontarlo, e incluso permitirse el lujo de obtener la renta necesaria para afrontar la vuelta de los cuartos en Stamford Bridge con mayor tranquilidad.
Al Liverpool por su parte, sólo le queda apelar al espíritu del chorreo para disputar la vuelta, es lo único que le vale para pasar a semifinales.
Coño, es que el gol de Luís García fue ilegal.
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