Trámite superado

A los aficionados les costaba concienciarse de que se trataba de un partido de Champions de verdad, y los jugadores de ambos equipos acabaron contagiándose de esa actitud. Desde el primer minuto, y tras el 4-0 de la ida, se esperaba un arreón del Bayern de salida, a pesar de las declaraciones victimistas del condenado Klinsmann. Pero no fue así, a pesar de las necesidades, los alemanes apenas llegaban, y cuando lo hacían era sin gran peligro.

El Barça, por su parte, se iba al ataque con paciencia pero sin convicción, y acababan estrellándose en Lucio y Demichelis, que en esta ocasión hicieron un señor partido. Así, iban alternándose semiocasiones, casi de broma, de uno y otro equipo, mientras a unos miles de kilómetros en la otra eliminatoria se vivían las grandes emociones propias de una noche de Champions League.

Todo pudo cambiar si Toni hubiera marcado la única ocasión clara que tuvo en la primera parte (que ni era clara ni era ocasión, pero el italiano convierte en peligroso cada balón que toca), pero se fue a medio metro del arco de Valdés (bastante seguro todo el partido, salvo en el gol). Con esta oportunidad, el Bayern se desvaneció, y sólo Ribery, que volvió loco a todo el Barça, intentaba levantar la eliminatoria.

Por parte del Barça, y a pesar de contar con muchos de los habituales (Iniesta, Eto’o y Messi arriba, Xavi y Touré acompañando a Keita en mediocampo, y Alves, Puyol, Piqué y Abidal cerrando), tampoco ponían mucho empeño. Messi se enfrentó a un gran Lahm, Eto’o trabajó más en defensa que en ataque (espectacular despliegue del camerunés), e Iniesta no tenía ganas de aparecer en la primera parte. Otro de los habituales, Alves, bastante tenía con bregar con Ribery (menos mal que contaba con la ayuda de Puyol, porque el francés estaba fino) y con su fuerte temperamento, pues salió muy caliente y se ganó una tarjeta en una entrada tonta.

Durante el primer periodo merece la pena destacar la labor de Touré y Piqué, que por su tamaño y juego aéreo les tocó bailar con la más fea, Toni, al que pararon perfectamente, con un gran trabajo táctico. Por el otro lado, hay que destacar a Van Bommel, aunque negativamente. Estuvo todo el partido repartiendo estopa sin ton ni son, se metió en todos los jaleos, y a punto estuvo de marcar desde medio campo al devolver el balón tras una lesión.

Tras el descanso, esta vez si, el Bayern salió a por todas, y Ribery se desmarcó mientras Piqué rompía el fuera de juego. Dentro del área el francés no se ponía nervioso, y dando muestras de su enorme talento, bailaba a Valdés (que podía haber hecho algo más por anticiparse a la jugada) y abría el marcador.

En ese momento, en el que una mala decisión podía meter el miedo a los catalanes, pero el equipo de Guardiola tiene oficio además de calidad, y mantuvo controlado el encuentro en todo momento. Aparecieron los jugones, empezaron a triangular, y el Bayern dejó de oler la pelota. En una jugada de estas, el balón llegó a Iniesta, que en la segunda parte amargó a Lell (que tampoco es que sea un prodigio), hizo una de las suyas, la puso en el corazón del área para Xavi, que tocaba de cara para que Keita metiera un zambombazo de los suyos, de esos que en el Barça aún no había marcado, para poner la tranquilidad en el marcador.

El Bayern se veía obligado a marcar seis goles, ahí es nada, y Pep se abrazaba con Txiki Beguiristain en su destierro graderil. De ahí hasta el final rondos azulgranas y alguna patadita a destiempo de los bávaros, con la cabeza más puesta en las duras semanas que les esperan por delante que en el Allianz Arena. Empate digno y todos para el avión, que había que descansar.